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Envejecimiento activo saludable en el entorno laboral

La OMS ha declarado 2021-2030 como la Década del Envejecimiento Saludable, con el fin de aunar organismos públicos y privados en torno a diez años de acción concertada, catalizadora y de colaboración para mejorar las vidas de las personas mayores, sus familias y las comunidades en las que viven.

En España, al igual que en el resto de Europa, los cambios demográficos que se están produciendo conllevan a una población cada vez más envejecida. Los españoles de hoy en día podemos esperar vivir una media de 18,5 años más, alcanzada la edad de 65 años. En un contexto globalizado, la OMS coloca la esperanza de vida media ocho años por encima de la de hace treinta años: 73,4 años en 2019, frente a 65,2 años en 1989. Esta transición demográfica, unida a la progresiva bajada de la tasa de natalidad en muchos países, afectará a casi todos los aspectos de la sociedad, incluido el ámbito laboral.

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Una de las claves para el envejecimiento saludable en la empresa es la gestión de la edad desde el ámbito organizativo, adaptando el trabajo a la persona y aprovechando la experiencia y conocimiento acumulados, en convivencia generacional. Hay que conocer la pirámide de edad de la plantilla y efectuar una revisión permanente tanto de los trabajadores que la forman como de las características de los puestos de trabajo. Esto permitirá adaptar el puesto a la edad de quien lo ocupa, además de dar la oportunidad de evaluar los riesgos laborales y realizar la vigilancia de la salud con una perspectiva etaria y de personalizar la formación de la plantilla según la edad de sus miembros.

Es importante tener en cuenta que la gestión de la edad en la empresa no se trata solo de gestionar a los trabajadores de mayor edad sino a todos los trabajadores, adaptando la vigilancia y promoción de la salud a los factores fisiológicos, ergonómicos y psicosociales de cada grupo de edad.

Otro aspecto vital de la gestión de la edad es perder esa idea preconcebida de que una plantilla envejecida es algo negativo. Los trabajadores con más de 55 años muestran capacidades superiores a la media en adaptación al cambio o iniciativa proactiva y habilidades negociadoras, y tienen una experiencia acumulada que puede ser muy beneficiosa para la formación –formal o informal– de sus compañeros más jóvenes, con mejor capacidad de toma de decisiones y de conexión emocional.

Dejar a un lado la idea de que una plantilla envejecida es algo negativo

Por otra parte, la gestión de la edad es algo que cada persona puede también gestionar por sí misma. Los problemas de salud que pueden surgir a una edad avanzada son, en la mayoría de los casos, consecuencia de hábitos establecidos a lo largo del tiempo. Por lo que cuidar aspectos diarios como la frecuencia y calidad de las pausas en el trabajo o la posición en la que nos sentamos puede evitar muchos problemas a la larga.

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El ejercicio físico es una de las claves para esto. Según un informe de la Clínica Mayo, un 9,4% de las muertes son atribuibles a inactividad física: cinco millones de muertes anuales a nivel mundial. La falta de ejercicio está relacionada con obesidad, diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, fragilidad y cáncer. El ejercicio físico, por tanto, con los años puede aumentar mucho nuestra calidad de vida. Sabemos de los beneficios de la actividad física para la salud en todas las edades, y que los vínculos entre salud física y salud mental son bidireccionales: una mala salud física incide negativamente en la salud mental, de la misma manera que el bienestar emocional protege la salud física y mejora los resultados en salud (fundamentalmente en la enfermedad coronaria, el ictus y/o la diabetes).

La inactividad física provoca cinco millones de muertes anuales en el mundo

La medicina del envejecimiento con salud (age management), es llamada la medicina de las 6 “P”:

  • Personalizada: no es igual para todos.
  • Predictiva: estudia lo que puede ocurrir en un determinado individuo.
  • Preventiva: se ponen las medidas necesarias para evitar riesgos.
  • Proactiva: el paciente debe estar dispuesto a implicarse en sus actividades y tratamientos.
  • Participativa: el paciente participa en la toma de decisiones terapéuticas.
  • Placentera: debe convertirse en un hábito deseable para el paciente.

Los pilares básicos del age management son: cese y limitación de hábitos tóxicos, actividad, ejercicio físico y deporte, dieta saludable, equilibrio hormonal y metabólico, sueño y descanso apropiados, salud conductual y neurocognitiva.

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