El frío en el trabajo

El frío en el trabajo es un riesgo que en ciertas épocas del año afecta a más personas, pero que puede mantenerse permanentemente en ciertas actividades durante todo el año. Generalmente  el riesgo puede darse cuando se trabaja a temperaturas iguales o inferiores a 10 °C, tanto en interiores como a la intemperie.

El ser humano tiene que mantener la temperatura corporal constante a unos 37 °C, independientemente de las características térmicas del ambiente, para poder preservar su salud y disponer de la energía necesaria para la actividad física y mental. 

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Qué pasa cuando se trabaja en un entorno a temperatura baja

El cuerpo intercambia calor con su entorno y así, en un ambiente de bajas temperaturas, cede calor al ambiente y, por tanto, tiende a enfriarse. Cuenta con mecanismos de generación de calor que pueden no ser suficientes para mantener esta temperatura corporal. Es importante conocer cuáles son los mecanismos de cesión de calor para poder controlarlos:

  • Convección: El intercambio de calor con un gas (aire) o un fluido, por ejemplo agua, es una de las formas más eficientes de intercambio de calor y, por tanto, de enfriamiento. Es un mecanismo siempre importante pero crítico si hay corrientes de aire o contacto con líquido frío. La propia circulación sanguínea implica una posibilidad de pérdida de temperatura importante. 
  • Contacto: El contacto con elementos fríos provoca una transferencia de calor importante.
  • Evaporación: Las pérdidas de calor debidas al sudor son muy importantes. Un líquido (sudor) al evaporarse absorbe calor del cuerpo y, por tanto, provoca un enfriamiento adicional.
  • Radiación: Cualquier superficie pierde temperatura por radiar energía en forma de infrarrojos.

Efectos de la exposición al frío en el trabajo

La exposición al frío puede producir, desde incomodidad o deterioro de la ejecución física y manual de las tareas, a congelaciones en los dedos de las manos, de los pies, mejillas, nariz y orejas (enfriamiento local). La consecuencia más grave es la hipotermia (enfriamiento general del cuerpo), que se produce cuando la temperatura corporal empieza a descender por debajo de los 35 °C. Cuando esto ocurre, si no se facilita el tratamiento oportuno, la persona afectada podría sufrir desde un desvanecimiento hasta entrar en un estado de coma o morir.

La exposición a frío y humedad también genera eritemas en la piel (manos, dedos, nariz y orejas), comúnmente llamados sabañones, que se incrementan si se pasa de forma rápida de contacto con frío a contacto con calor. 

Otra afectación importante puede ser sobre el sistema respiratorio. Respirar aire a temperatura baja supone un enfriamiento importante de ese sistema. Una actividad física incrementa muy sensiblemente el volumen de aire frío que se incorpora y, por tanto, hace muy difícil para los mecanismos naturales atemperarlo antes de llegar a los bronquios y pulmones. También la contracción de los vasos sanguíneos afecta al sistema circulatorio y, por tanto, se ha de considerar la especial sensibilidad que pueden tener ciertas personas ante estas condiciones.

 

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Qué se ha de tener en cuenta para trabajar en temperaturas bajas

Toda actividad al aire libre, o en lugares sin calefacción en época invernal, supone considerar una serie de medidas preventivas de forma especial. Otras actividades en espacios refrigerados implica adoptar estas medidas de forma constante. 

  • Control del número de horas de trabajo realizado considerando la temperatura. 
  • Prever un sistema de descansos y un adecuado tiempo de recuperación en un lugar cálido, y donde los trabajadores se puedan cambiar la ropa mojada. Tener en cuenta la protección de extremidades, por lo cual se ha de considerar usar:
    • Cabeza: gorra, sombrero o pasamontañas.
    • Cuello: bufanda.
    • Manos: guantes o manoplas.
    • Pies: calzado resistente al agua y calcetines.
  • En caso de viento o lluvia, se ha de utilizar una capa exterior preparada para aislar de estos agentes atmosféricos. 
  • Utilizar la vestimenta, que preferiblemente debe estar compuesta de varias capas de ropa.
    • La primera capa debe evitar absorber la humedad. La sudoración reduce la temperatura corporal y es fundamental evaporar el sudor de la piel con materiales que sean transpirables. Esta capa debe ser ceñida pero no imposibilitar el movimiento. Hay que proteger también los pies para evitar que la humedad se acumule en la piel.
    • Una segunda capa debe mantener el calor del cuerpo, principalmente en el torso y pies. Deben ser ligeras y cómodas, como sudaderas térmicas, chalecos aislantes y plantillas de calzado que absorban la humedad. Se pueden utilizar prendas que generen calor si las condiciones climáticas son adversas, principalmente en tronco y extremidades. Es necesario que estas prendas puedan quitarse durante periodos de trabajo intenso para permitir regular la temperatura corporal, evitando el sobrecalentamiento y la sudoración.
    • El calzado de seguridad con punteras metálicas favorecen la transmisión del calor enfriando los pies, es mejor utilizar calzado con punteras no metálicas.
    • Las manos necesitan protección frente al frío y los forros de los guantes deben favorecer la destreza en el uso de herramientas y maquinaria. Esta protección térmica debe ser complementaria a otros riesgos. Deben garantizar la circulación sanguínea y flexibilidad de los dedos.
    • Debe protegerse totalmente la cabeza y el cuello del frío y viento. Lo ideal es un gorro y braga para el cuello o un pasamontañas. Esa protección debe ser compatible con otros EPI, como por ejemplo un casco de protección.
  • Limitar el trabajo intenso, puesto que el exceso de transpiración puede mojar la ropa y ésta perder las propiedades aislantes. Asimismo, se debe tener ropa de recambio siempre para evitar llevar ropa mojada. El trabajo sedentario con bajas temperaturas implica que el cuerpo no genera suficiente calor para compensar el frío y, por tanto, se ha de intentar evitar. 
  • El uso de herramientas manuales supone un riesgo que hay que evitar con guantes adecuados. El contacto con metales, herramientas, vibraciones supone incrementar, de forma notable, posibles efectos del trabajo en condiciones adversas. 

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  • Respirar por la nariz y no por la boca, puesto que el aire se calienta al pasar por las fosas nasales y así disminuye el frío que llega a los pulmones.
  • La evaluación del riesgo de exposición al trabajo en condiciones de frío implica una correcta evaluación y valoración con una metodología adecuada. Así, se propone el cálculo del índice IREQ, o aislamiento requerido de la vestimenta, para planificar las condiciones de trabajo de forma correcta. 
  • Hacer comidas equilibradas y adecuadas a las necesidades energéticas del trabajo con frío. Es recomendable consumir alimentos frescos ricos en vitaminas A y C, como por ejemplo frutas (cítricos), hortalizas y frutos secos.
  • Beber bebidas calientes, como por ejemplo sopas o guisos, para aumentar la temperatura del organismo. Es necesaria una aportación suficiente de líquidos, que permiten al cuerpo conservar el calor además de prevenir la deshidratación. No abusar del consumo de bebidas con cafeína, puesto que son diuréticas y contribuyen a la deshidratación. Las bebidas alcohólicas están completamente contraindicadas. 

Y los síntomas…

Estos signos pueden indicar una afectación debido al trabajo en bajas temperaturas:

A nivel general: 

  • Escalofríos
  • Debilidad o cansancio
  • Manos  entumecidas
  • Carencia de coordinación

En la piel:

  • Piel fría
  • Color azul de la piel (en casos severos)

Y neurosensoriales:

  • Desorientación
  • Confusión
  • Pérdida de conciencia

Ante estos síntomas, se debe buscar un adecuado resguardo de forma inmediata y solicitar atención sanitaria.

Si quieres más información sobre este tema, consulta el post ‘Consejos para evitar accidentes con nieve y lluvia’.